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Ésta es La Ruta

Ernesto Lotitto

1 abr 2020

La arepa es mucho más que un alimento: es un vehículo de cultura, emprendimiento y creatividad que está recorriendo el mundo entero. Por eso, igual que "La Ruta de la Seda", nuestra ruta está hecha de historias…

Cuando la seda era el producto más codiciado y valioso del planeta, existió un entramado de vías comerciales que la llevó por todos los rincones del mundo conocido: desde Asia hasta Europa; del Oriente Medio al África; la llamada Ruta de la Seda logró, entre los siglos I a.C y XIV d.C., satisfacer las necesidades de cientos de miles de consumidores en todo el orbe, dando los primeros pininos de lo que hoy conocemos como globalización.
Documentada por Marco Polo (uno de los mayores influencers del S. XIII), este formidable eslabón entre oriente y occidente tuvo un rol clave en la historia de la civilización: además de telas made in China, sirvió al comercio de piedras preciosas, productos, especias y hasta esclavos de todas latitudes. Era, en la práctica, un torrente de cultura, creatividad y sabiduría, amén de historias de identidades, razas, religiones, uniones y desencuentros… En fin, de historias humanas.
Por eso es imposible ignorar la analogía con nuestra propia ruta, La Ruta de la Arepa (S XXI d.C.), que es, en la práctica, el ineludible camino que está trazando la gran Reina de la gastronomía caribeña, que suma adeptos a diario, mientras lleva en sí el mensaje más positivo de la integración cultural.

¿Puede un PAN hacer todo eso?
Pues sí. Porque esta Reina cuenta con millones de súbditos (la diáspora venezolana se estima en más de 6 millones de personas en todo el mundo) que la invocan a toda hora y la llevan a conquistar paladares y corazones por todo el planeta. Porque no tiene gluten –y eso, al parecer, hasta está de moda– y porque permite todo tipo de cocciones y añadiduras: desde lo más callejero, casero o improvisado, hasta un plato de gastronomía sofisticada.
Y porque la arepa, “redonda” como es, está llena de simbología: detrás de cada arepa hay una historia humana. El chef curioso, la abuela española que se fue y retornó –tan experta en la tortilla como en el budare–, o el compañero de piso venezolano que, por la mañana, te ofrece la mejor forma de combatir el resacón (un “remedio" que se ha expandido por todo el continente vía Erasmus).
La Ruta también está en historias como la de Stefan Andreescu, el rumano que descubrió un nicho potente para su food truck, Arepas Colombianas Bucharest (desde 2017). Stefan no tiene ningún lazo sanguíneo con El Caribe: conoció a la Reina en el londinense Camden Market mientras buscaba inspiración para su emprendimiento. Y más aún, es totalmente autodidacta: aprendió todo sobre las arepas en videos de Youtube y haciendo consultas por redes a cracks de la talla de Federico Tischler. Hoy por hoy es el gran arepero de la capital Rumana y tiene historias maravillosas: desde recibir cumplidos de un cliente venezolano que resultó ser Franz Conde (entonces chef ejecutivo del Hilton Bucharest), hasta récords como vender 600 arepas en 10 horas, o probar, en apenas dos días, 10 de restaurantes del festival que organizamos en Madrid a finales de 2019 (ver rutadelaarepa.com).
La Ruta pasa por la cosmopolita Miami, la mestiza Lima y la carnívora Buenos Aires. Y a su paso deja una estela de integración positiva. Está en el actor Édgar Ramírez, que lleva la arepa a dónde va (incluso a ¡Hoy sí! / Yes day, una de las películas más vistas en Netflix); en El Comidista de El País, que ya tiene a este “pan sin gluten” como un tema recurrente de tendencia gastronómica. Está también en las Meninas que el artista venezolano Antonio Azzato despliega cada año a lo largo y ancho de Madrid, o en figuras como Carlos Baute –nuestro Gran Embajador– que tiene más de 20 años en el top haciendo vida y música desde su amada España para el resto del mundo.
En fin: está presente en cada idea, cada emprendimiento y en cada historia de superación de esos millones de “embajadores” que se reproducen a diario, independientemente de su pasaporte o terruño de origen… Está también en cada romance que nace y en cada hijo que crece con el inconfundible aroma del café y la masa de maíz dorándose por las mañanas.
La Ruta de la Arepa –como la de la Seda en su momento– está cambiando al mundo. Y si estás leyendo estas palabras, ya formas parte de ella.
Por nuestra parte, no podemos sino darte la bienvenida, porque el exquisito viaje en el que te has embarcado abre las puertas a un universo de expresiones creativas que van mucho más allá de lo gastronómico: dan vida a millones de historias.
Disfrutemos todos, entonces, de este nuevo viaje a Ítaca; donde lo que cuenta, más que el destino, es La Ruta.

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